Los problemas con la eliminación de la orina son muy frecuentes en los gatos, sobre todo en los que viven dentro de casa. Conocerlos bien y anticiparse a ellos es necesario para identificarlos a tiempo y ponerles solución antes de que sean muy graves y pongan en peligro la vida de tu gato.
MI GATO NO PUEDE ORINAR ¿CÓMO PUEDO AYUDARLO?
Los motivos por los que un gato no puede orinar son muy variados y complejos. Tienen que ver con razones que afectan al control nervioso del vaciado de la vejiga, así como con inflamaciones e infecciones de las vías urinarias que impiden el proceso normal de orinar.
Cuando un gato no puede orinar en absoluto la causa más frecuente es que tiene una obstrucción a nivel de la uretra. Esto es una urgencia muy grave que puede poner en peligro su vida si no se actúa a tiempo. Sin embargo, antes de llegar a esta situación, en ocasiones, se puede detectar con antelación y ponerle remedio.
Estas son las causas más frecuentes que impiden que un gato orine con normalidad:
- Cistitis o inflamación de la vejiga y las vías urinarias: algunas veces se debe a una infección, pero otras veces no se conoce una causa exacta y se achaca a situaciones de estrés que vive el gato, por diversos motivos. Esta afección se conoce como cistitis idiopática felina, y es muy común.
- Acumulación de restos en las vías urinarias que provocan una obstrucción, sobre todo cristales, que tienen una causa alimentaria y metabólica.
- Infección de las vías urinarias por bacterias y otros microorganismos.
- Afecciones de la próstata en los gatos machos.
- Tumores en las vías urinarias que obstruyen los conductos.
- Un traumatismo que afecta a las vías urinarias, como un atropello de un vehículo, un golpe, o un encuentro con un perro, si tu gato sale al exterior.
- Enfermedad renal crónica: en ocasiones, las alteraciones de la orina que padecen los gatos con esta enfermedad frecuente van asociadas con dificultades para orinar, especialmente si se deshidratan. Si tu gato tiene esta enfermedad, es posible que tenga algún episodio de problemas para orinar.
Para anticiparse a una situación grave, es conveniente que te familiarices con los patrones normales de micción de tu gato. La micción es el acto de liberar la orina, es decir, acudir a su bandeja de orina, agacharse, relajar y contraer los músculos de la vejiga y la uretra, y permitir que la orina salga.
Los gatos hacen pis entre dos y cuatro veces al día, a veces más. Suelen seguir un horario o patrón regular y en cada gato que tiene una vida rutinaria es muy fácil predecir cuándo usa la bandeja. Sin embargo, puede haber variaciones individuales dependiendo de:
- Si está bebiendo más o menos cantidad de agua.
- Si tiene buen apetito o está comiendo menos.
- Si tiene algún problema de salud.
- Si hace calor.
- Si es muy joven, de edad media o de edad muy avanzada.
Observa bien los hábitos de tu gato, pues si en algún momento te das cuenta de algún cambio, podrás intervenir rápido antes de que cualquier problema avance, la solución será más sencilla y su salud estará en mejores condiciones.
Para saber si tu gato puede estar teniendo problemas para orinar, deberías prestar atención a la aparición de signos llamativos como estos:
- Comportamiento extraño al usar la bandeja de arena: se acerca a ella, pero no termina de orinar dentro como usualmente. Por ejemplo, entra y sale, la araña, maúlla o parece gritar cuando está dentro, porque tiene dolor, se agacha para orinar, pero no sale nada, deambula alrededor y no termina de entrar…
- Postura anormal al orinar: Los gatos se agachan para orinar. Si está obstruido, total o parcialmente, su postura es diferente, normalmente mas curvada haciendo mucha más fuerza para intentar que salga la orina.
- Orina fuera de la bandeja de arena: cuando un gato sufre dolor durante la micción, puede asociarlo al uso de la bandeja, por lo que buscará otros sitios para aliviarse, generalmente donde se siente tranquilo y protegido, como sitios de descanso mullidos de la familia (camas, sofás, cojines, alfombras).
- Presencia de sangre en la orina: es difícil de detectar si está diluida en la orina, salvo que aparezcan coágulos visibles al limpiar la bandeja.
- Otros cambios: tu gato puede estar apático o incluso agresivo porque sufre malestar y dolor, puede tener falta de apetito, adoptar posturas anormales para evitar el dolor como estar encorvado o tumbado sin moverse.
Si tu gato comienza a mostrar cambios en el comportamiento, sospechas que puede tener dolor o algún día te das cuenta de que hay menos cantidad de orina en la bandeja o ha orinado fuera, consulta lo antes posible con tu veterinario.
En la clínica, después de examinar a tu gato y realizar las pruebas necesarias, se encontrará la causa que provoca la dificultad para orinar de tu gato y se le pondrá un tratamiento adecuado lo antes posible. Muchos casos se resuelven enseguida, pero se prescribe un tratamiento preventivo para evitar que vuelva a suceder, normalmente basado en hábitos de vida saludables y un control de la alimentación.
Si tu gato tiene una obstrucción de la uretra que impide que salga la orina, estará en un estado más grave. Esto es más frecuente en los machos, ya que la uretra es más larga y propensa a obstruirse. La liberación de la obstrucción debe hacerse con precaución bajo sedación y analgesia porque es muy dolorosa, así que tu veterinario meterá una sonda en la uretra de tu gato para eliminar la obstrucción. Si, además, tu gato necesita un tratamiento adicional para corregir la deshidratación o algún desequilibrio en sus electrolitos o sales de su organismo, te explicará el procedimiento a seguir. Si el proceso lleva ya un tiempo, es bastante probable que tu gato precise ser hospitalizado.
Un caso de obstrucción es una urgencia que hay que resolver inmediatamente, pues al no poder orinar moriría en poco tiempo intoxicado por sus propios desechos orgánicos.
Una vez resuelta la obstrucción, los veterinarios suelen pautar diversas medicaciones y dietas según cual haya sido la causa de la obstrucción.
Una vigilancia de los hábitos de tu gato y una actuación a tiempo conseguirá que siga gozando de buena salud, corrigiendo a tiempo cualquier afección que aparezca.