Los gatos pueden padecer diversas enfermedades provocadas por virus, algunas de ellas muy peligrosas. Por eso, es fundamental que tu veterinario haga un seguimiento continuo de la salud de tu gato para prevenirlas, o intervenir lo antes posible si detecta una enfermedad vírica.
LA PERITONITIS FELINA: UNA ENFERMEDAD INFECCIOSA COMPLICADA DE LOS GATOS
La peritonitis infecciosa felina también se conoce como PIF. Está causada por un virus, el coronavirus entérico felino. Este virus infecta de manera habitual a muchos gatos: se ha descubierto que hasta 1 de cada 4 gatos, o incluso más, tienen el virus en los tejidos de su nariz y garganta o en el aparato digestivo.
Prácticamente el 100% de los gatos que viven en el exterior tienen el coronavirus felino, sobre todo los que forman parte de colonias urbanas, o los que viven en hogares con varios gatos, que salen a la calle y tienen contacto con otros.
Tu gato puede contagiarse si sale de casa y tiene contacto con otros gatos infectados, con sus heces o su orina, o con objetos infectados que compartan entre ellos.
Además, las gatas infectadas contagian a sus gatitos durante los cuidados maternales mientras los acicalan, los asean y les dan calor cuando son muy pequeños. Si adoptaste a tu gato y no conoces todos los detalles de su origen, es posible que pueda estar infectado.
De esta manera, es muy difícil evitar las infecciones: muchos gatos se contagian y albergan el virus en su aparato respiratorio o digestivo.
A pesar de que es una enfermedad complicada, la buena noticia es que no todos los gatos infectados por el virus del PIF se ponen enfermos. La mayoría de los gatos contagiados nunca desarrolla síntomas. Sin embargo, son capaces de transmitirlo a otros gatos.
La enfermedad, la peritonitis infecciosa felina, aparece cuando el coronavirus que está infectando a un gato sufre una mutación. Esto se produce con más frecuencia en gatos jóvenes, pero puede suceder a cualquier edad.
Los gatos son más propensos a padecer el PIF si experimentan una combinación de estos factores:
- Corta edad, ya que su sistema inmunitario todavía no se ha desarrollado del todo.
- Factores estresantes: vivir en entornos en malas condiciones como hacinamiento y competencia por exceso de gatos (en algunas colonias, refugios, hogares con demasiados gatos, etc.); mudanzas, cambios importantes en el entorno y las rutinas.
- Otras enfermedades que afectan al sistema inmunitario, incluyendo infecciones por virus y bacterias.
- Una cirugía, un traumatismo importante o un accidente.
- Algunos gatos tienen predisposición genética a que el coronavirus sufra la mutación, especialmente los gatos persas y los burmeses.
La peritonitis infecciosa felina es una enfermedad que afecta a todo el organismo de tu gato, ya que el virus mutado ataca a los vasos sanguíneos y provoca su inflamación, lo que se llama vasculitis. El grado en el que se afectan los órganos internos es variable, y la enfermedad puede ser más leve o extremadamente grave:
- Hay gatos en los que inicialmente solo se detecta decaimiento general y falta de apetito, lo que no hace sospechar de ninguna enfermedad en concreto. Más adelante pierden mucho peso, algunos tienen fiebre alta, o incluso parece que están amarillentos (ictericia).
- Otros gatos pueden tener afectados los ojos o el sistema nervioso, con temblores, convulsiones, alteraciones de la visión y del comportamiento.
- Las formas más graves se producen cuando se acumula líquido dentro del tórax, del saco que rodea al corazón o del abdomen, lo que provoca dificultad para respirar y debilidad muy intensa. El abdomen está muy hinchado, lo que es muy llamativo. Esta variante se llama forma húmeda y es más frecuente en gatitos jóvenes.
- Hay una variedad de la peritonitis infecciosa felina en la que no se acumula líquido, pero se desarrollan lesiones en los órganos internos que se llaman granulomas que impiden que funcionen con normalidad, como los pulmones, los riñones, el cerebro o el hígado y se llama forma seca.
Las formas más graves, la húmeda y la seca, avanzan muy rápidamente. Los gatos se deterioran enseguida y el tratamiento no suele tener éxito, por lo que se recomienda la eutanasia para evitar un sufrimiento innecesario.
En los casos de enfermedad más leve, los gatos pueden recuperarse. La recuperación es menos probable en la forma húmeda y la forma seca.
Los casos que se pueden tratar necesitarán un tratamiento intensivo para mitigar los síntomas. La respuesta al tratamiento es muy variable, así que tu veterinario de confianza valorará el estado de tu gato haciendo analíticas y otras pruebas diagnósticas para considerar si se puede dar una buena calidad de vida a tu gato con un tratamiento que controle sus síntomas, o es mejor ahorrarle el sufrimiento.
Las opciones de tratamiento se dirigen a mitigar los efectos del virus en el organismo; tu veterinario establecerá la más adecuada para tu gato:
- Medicamentos que tratan de frenar la multiplicación del virus: la pauta disponible más reciente es el antiviral remdesivir (aunque su uso todavía está restringido) y otros agentes antivirales que están en estudio, pero que están dando buenos resultados hasta ahora.
- Medicamentos que estimulan el sistema inmunitario para ayudarlo a luchar contra la infección, como las inyecciones de interferón.
- Medicamentos que regulan la respuesta inflamatoria, entre ellos los corticoides.
- Otros medicamentos para aliviar los síntomas relacionados con la infección, como los problemas oculares, respiratorios o digestivos.
La prevención de la enfermedad es muy complicada. La forma más eficaz es evitar la exposición a otros gatos infectados si tu gato vive en el interior de casa, pero antes deberás estar completamente seguro de que no tiene el virus, lo que no siempre es posible. En cualquier caso, si puedes evitar que salga sin control y tenga contacto con otros gatos, será mejor.
Evita en la medida de lo posible los factores estresantes, como cambios bruscos en las rutinas, mudanzas, ruidos, accidentes, etc.
Si vas a adoptar otro gato, asegúrate primero de que está completamente sano. Llévalo a tu veterinario para realizarle todas las pruebas necesarias y respeta las medidas de aislamiento y cuarentena que te recomiende antes de que se junte con tu gato.
Existe una vacuna frente a la peritonitis infecciosa felina, que se recomienda a los gatitos muy jóvenes, pero su eficacia es muy variable. Tu veterinario será quien mejor te podrá diseñar un protocolo personalizado para reducir al máximo el riesgo de infección, si es posible aplicarla a tu gatito.